TESTIMONIO Y ALERTA DE JOSÉ MIGUEL GOLDÁREZ, Capuchino.
José Miguel Goldárez
Voy a comenzar contando un suceso de hace 25 años. Yo regresaba de un recorrido por las comunidades kichwas. Era por la tarde. En la salacomedor de la casa de los padres capuchinos del Coca fui testigo de una insólita escena que no me gusta recordarla, y al mismo tiempo no la puedo sacar de entre mis recuerdos.
Al volver ahora sobre ella, me recuerda el título de la película: “12 hombres sin piedad”. En efecto una docena de hombres se mantenían de pie, en torno a la mesa del comedor. Monseñor Alejandro, muy pálido y tenso, también estaba de pie y tenía las manos extendidas, en un gesto de bendición, sobre la cabeza del antropólogo Enrique Vela, arrodillado a sus pies
Yo conocía a esos hombres y el cuadro me pareció tremendamente desagradable. ¿Qué hace esta gente aquí?. Pregunté asqueado. Y me retiré. Muchas veces me he arrepentido de haberme ido. El quedarme ¿hubiera ayudado a una mejor solución del problema que los reunió allí? Más tarde Monseñor me lo echó en cara ¿Por qué no te quedaste?
Los doce hombres “sin piedad” eran, en su mayoría, personeros de la petrolera Braspetro. Acababan de decidir la entrada a los territorios Tagaeri para comenzar los trabajos de exploración sísmica. No había más que decir ni objeciones que presentar. El gobierno exigía a Petrobras el inmediato comienzo de las operaciones.
Allí estaban, también, los dos hombres a quienes se había pedido el trabajo de “pacificación” de los Tagaeri: Enrique Vela con sus cuadrillas de exsoldados armados “siwiar”, shuaras, y Alejandro Labaka, solo, al que no se le concedió razón ni la moratoria que pedía.
Monseñor tenía en el bolsillo el billete de avión para viajar a España ¿Qué es lo que le motivó posponer su viaje?. Se sabe que la decisión de no ir a España fue irrevocable. Algo trágico se cernía sobre el grupo Tagaeri.
Después de unos pocos días moría alanceado junto con la hermana Inés a manos de los que quería salvar del exterminio. El entró a salvarlos. Había escrito: “Si no vamos nosotros los matarán”. Por el momento su muerte los salvó. Me tocó bajar, descolgándome de una cuerda, a lo más profundo de la selva del Tigüino, en un helicóptero militar a sacar los cuerpos lanceados de Inés y de Alejandro. Habían caído, Alejandro con l7 lanzas e Inés con cuatro. Las lanzas, se escribió entonces, eran contra las petroleras.
Lo que he dicho es un recuerdo de hace 25 años. Tengo que decirles que hoy día se está dando la misma sangrante realidad. Estamos en los mismos frentes de lucha que encararon Alejandro y los tagaeri por una parte. Por la otra parte, están los mismos personajes que manejan el sector petrolero y toman las decisiones. Los escenarios también son los mismos: la selva impenetrable, la vía Aucas, los ríos. Eso sí, muchísimos más lotes de colonos y más bloques petroleros.
Aquellos tiempos y estos se parecen como un huevo a otro. Parecería que no han transcurrido tantos años. “Estamos en el mismo punto en que estábamos y podemos concluir que estaremos donde estamos”. Para los Tagaeri sobrevivientes la situación actual es peor. No solo están acosados sino ensanduchados entre dos fronteras petroleras: la peruana y la ecuatoriana, los colonos y los petroleros, la indiferencia y la insensibilidad. Sin saber a donde huir o a donde lanzar la última lanza. Vamos a proyectar luz sobre las figuras de estos personajes, que como en aquellos tiempos son los testigos insustituibles, junto a las razones que los motivaron y las causas por las que dieron la vida. ¿Cuál será hoy la víctima que sienta el dolor de la vida, que se entrega por salvar a otros?. ¿Dónde estamos los seguidores de Monseñor Alejandro y la Hermana Inés?. Pienso que ahora ya no habrá lanzas, porque se han quebrado los únicos brazos que se oponían y defendían la selva, libre de petroleros. ¿Estarán vivos los tagaeri-taromenani? A los capuchinos se les impide el ir a comprobar. Yo me llamo José Miguel y nos conocimos con Monseñor Alejandro Labaka en Roma, durante el Concilio Vaticano II, hacia el año l965. Monseñor Alejandro era Prefecto Apostólico de Aguarico y yo estudiaba filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma.
Después de 6 años de docencia en Filipinas, nos encontramos otra vez en España y en el año l972 vinimos en barco, juntos, al Ecuador. Los dos a trabajar en el Aguarico. Fueron pues muchos años de haber trabajado juntos. Les tengo que decir que la pelea misionera es dura. Aquellos tiempos, como los de ahora, son duros también para los colonos e indígenas.
En el trabajo misionero, coincidíamos en los objetivos y esperábamos los mismos resultados. Nos diferenciábamos en los métodos y en los medios que usábamos. Fue una experiencia misionera bien cumplida la que realizamos juntos, Alejandro, Inés y otros compañeros que ya no están.
1) Políticas petroleras y nosotros
El responsable primero es la política del gobierno y su punta de lanza las compañías petroleras (Cepe- Texaco y Petrobrás), antes; Petroamazonas y las compañías chinas (Petrooriente y Andes Petroleum), ahora. Estos son los nuevos amos. Andan por la selva como en propio terreno. A pesar de que la Constitución diga lo contrario, se enfrentan a los derechos de la naturaleza y los pisotean, ningunean a los pueblos indígenas y no respetan sus territorios. Todos los territorios del río Napo, desde el Coca hasta Nvo. Rocafuerte y al interior de la selva con todas sus gentes, les pertenecen. Los personeros del Estado tienen que hacer malabares para compaginar los poderosos intereses petroleros con su retórica ecologista y proteccionista. Sin lograr que estas dos situaciones empaten. La política de los discursos conservacionistas y humanitarios se opone a la urgente explotación y por lo tanto a la realidad. Se va a explotar el campo Armadillo en cuyas cercanías están ubicadas las casas de los pueblos ocultos. El resultado es una gran confusión, por decir lo menos, porque en la práctica es una gran mentira lo que se dice y la sentencia de muerte de un pueblo la que se va a ejecutar. En todo este juego el personaje confundido somos nosotros, el pueblo, que nos quedamos boquiabiertos, sin una pizca de “indignación” Y sin capacidad de “cabrearnos”, ¿por qué lo ignoramos todo?
2) Los ecologistas
No dan señales “efectivas” de vida para la protección de estos pueblos y los territorios del Parque Nacional Yasuní. Los grupos del ecologismo oficial, MAE, tienen que pedir permiso para decir o hacer. Se les priva del poder propio de su ministerio. Se conocen sus informes en contra de la explotación, pero hasta ahí no más les alcanza la cobija. Por último hasta los han botado de sus cargos por oponerse a los jefes. “No es recomendable explotar el campo Armadillo” dijeron, y los echaron a todos.
3) Los colonos
Hace unos años moría un hombre, Luis Castellanos, en el bloque petrolero Armadillo mientras cortaba un árbol para una maderera. Después han seguido otras muertes de colonos. Muertes horrorosas lejos de la belleza de las leyes y de las bucólicas descripciones de la propaganda sobre el Yasuní. Los colonos están poniendo un precio de muertes demasiado alto: 5 colonos muertos desde el año 2008.
Las autoridades, por encima de intereses económicos, políticos y de votos, tienen que buscar medidas preventivas y mecanismos de protección para los waorani y para los colonos que cohabitan en sus territorios, con su permiso. No pueden lavarse las manos de esos asesinatos cuando, en parte, ha sido sangre derramada por esas políticas ambiciosas, esas licencias… que ellos dan, y al darlas se convierten en licencias para matar o para morir matando. Licencias que encienden guerras y producen dolor y muertes.
Colonos y peones de madereras ilegales viven en condiciones de salubridad deplorables, instalan selva adentro campamentos de toldos y carpas con algún cilindro de gas y unas pocas tablas para recostar los huesos por las noches. Señores que no son precisamente amables, armados de motosierras y carabinas no dudan en disparar contra los “desnudos” como en los salvajes tiempos de las haciendas y del Oeste ¿Cuántas muertes sin nombre está costando esta guerra entre indios y blancos?. La ley dice que en estos territorios se deben respetar y en l0 kilómetros de amortiguamiento nadie debe entrar. Pero todos entran, con permiso de las autoridades. También dicen las leyes que las personas que realizan actos tendentes a “influir, alterar o de cualquier manera cambiar la cultura, forma de vida o identidad de los pueblos no contactados…”, cometen delito (Convenio No. l69 de la OIT). Este delito se tipifica como “delito de genocidio” con prisión de 2 a 4 años.
4) Lo políticamente correcto
¡Esta es la paradoja!. Que todo esto es políticamente correcto. La máxima autoridad petrolera dice que “ya tenemos un plan de contacto”. Otros dicen que “vamos a socializar con los compañeros Tagaeri-taromenani”. Estén tranquilos, no hacen falta veedurías ciudadanas, menos de técnicos neutrales. Que no entren tampoco los misioneros…, porque tenemos unas leyes perfectas que controlan y prohíben todos los ilícitos. Parece que todavía sigue funcionando el principio de que “la ley es para el del poncho” no para el patrón.
Si Monseñor viviera ahora no le permitirían entrar, ni relacionarse con los Tagaeri. Dirían que incurriría en el delito de etnocidio y sería condenado por ello. Lo políticamente correcto para el Estado, los ambientalistas, las organizaciones indígenas, las autoridades… es parapetarse tras unas leyes hermosísimas, declaraciones, denuncias, discursos… y no hacer nada en función de la realidad para proteger esas vidas. Todo se hace en función del “debe ser así” y punto. (no nos damos cuenta de que es “punto y seguido”). No hacer nada y justificarlo todo con una ley.
Veamos una justificación de una funcionaria respondiendo a inquietudes por la muerte a lanzazos de unos colonos en la pre-cooperativa ”Los Reyes” hace 3 años: “¿Cómo es que se salieron de ahí?”, protestó encolerizada. Se refería a la Zona Intangible. Respuesta que describe la actitud indolente ante un problema de vida y muerte. Las leyes en el papel no cambian en nada las cosas, pero es políticamente correcto.
5) Los tagaeri-taromenani
Desde hace 25 años sabemos sobre ellos poco más de lo que sabíamos. Sabemos que hacen hermosas lanzas de chonta, decoradas con plumas de papagayo, que de vez en cuando asoman y matan. No sabemos cuántos les matamos de nuestra parte.
Les hemos declarado la guerra y se defienden.
Sabemos que tienen sus casas y poco más. Antes les llamaban tagaeri, ahora los agrupan bajo el nombre de “grupos no contactados” u “ocultos”. Sabemos que están amenazados por todas partes: en el Parque Nacional Yasuní y en la Zona Intangible, por la parte del Perú y por el lado ecuatoriano. Cada vez es más patente el ingreso de las petroleras en sus reservas, como si fuera tierra baldía, como si no hubiera leyes que digan lo contrario. Nada se ha hecho para salvarlos.
Se supone que en su territorio está prohibida a perpetuidad toda actividad extractiva, maderera, hidrocarburífera. Además está protegida por una zona de amortiguamiento de l0 Kmts. Así lo dice la constitución, los decretos, la política y los discursos…, pero entran todos: los petroleros, los madereros, los colonos, sus hermanos waorani civilizados que, impunemente, han armado varias expediciones de guerra y los buscan por “orden” de terceros para “limpiar” la zona. Los derechos que la constitución da a los pueblos ocultos están siendo incumplidos: el derecho a la vida, el derecho al territorio, el derecho a que se respete su cultura, el derecho a su lengua, el derecho a una vida libre y digna…
Ellos no pueden reclamar sus derechos, ni hacer paros para que se escuchen sus demandas. No tienen cédula de identidad, no tienen representantes, ni dirigentes reconocidos, ni delegados elegidos… A los Tagaeri-Taromenani les hemos hecho emprender un camino sin retorno. No pueden ir a ninguna parte. Los estamos presionando por todos los lados. ¿Podrán subsistir? ¡Estamos todos contra ellos! ¿Morirán escondidos en la selva? A lo que pase con ellos se le llama “efecto secundario” o “un daño de baja intensidad”. Están bajo un terreno minado y la bomba les va a estallar en cualquier momento. Nada de esto se sabe, se oculta.
6) Leyes
Ahora hay mucha más legislación nacional e internacional que hace 25 años que regulan estos temas, pero ¿habrá alguien en el mundo que pueda entender lo que está pasando? La constitución tipifica como genocidio el exterminio de un pueblo, lo que está pasando es la crónica de una muerte anunciada.
Art. 57; lral. 22: “Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral, irreductible e intangible, y en ellos estará vedada a perpetuidad todo tipo de actividad extractiva. El estado adoptará medidas para garantizar sus vidas, hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio, que será tipificado por la ley”.
Art. 407: “Se prohíbe la actividad extractiva de recursos no renovables en las áreas protegidas y en zonas declaradas como intangibles, incluida la explotación forestal. Excepcionalmente dichos recursos se podrán explotar a petición fundamentada de la presidencia de la república y previa declaratoria de interés nacional por parte de la Asamblea Nacional que, de estimarlo conveniente, podrá convocar a consulta popular”. (Sin participación de los principales afectados, imposibilitados de votar, de ejercer ningún derecho…: consulta previa indispensable…) En la legislación nacional e internacional hay herramientas para defender los territorios y los pueblos, pero no hay voluntad política para cumplirlos: el comité de la OIT, el Foro Permanente de los Derechos Indígenas en Naciones Unidas, la Corte Interamericana, la Corte de La Haya…, la declaratoria de Medidas Cautelares, moratorias, discursos de conservación… Y sin embargo entramos a colonizar, las autoridades dan títulos de propiedad en tierras prohibidas, dan bloques petroleros en el Parque Nacional Yasuní, se abren carreteras, sacamos madera, entrenamos al ejército, sobrevolamos…
7) “Casa Verde y Cantárida”
Hace 25 años se contó con el Dr. Enrique Vela y su grupo de exsoldados “shiwiar” de la “casa verde”, para hacer el trabajo de “pacificación” para la compañía Petrobras y CEPE. También ahora se cuenta con el grupo “Cantárida” (René Espín) “Omeke” (Enkeri, Timoteo, Huamoni, Boya…), formada por waorani al frente de algunos mestizos, para hacer el mismo trabajo previo para la compañía SERTECPEC.
Los trabajos, mal llamados de “pacificación”, exigidos por las compañías, ahora como antes, son la antesala del exterminio. Los terrenos que van a ser recorridos por las cuadrillas de trabajadores petroleros deben estar libres de sus indeseados dueños. Después de estos trabajos previos la compañía podrá decir que no hay Tagaeri en la zona. Si no existen es porque se hizo bien la “pacificación”.
También dicen que lo de Monseñor Alejandro y de la hermana Inés es un montaje. Que las muertes a lanzazos de colonos fueron causadas por lanzas hechas en Tena y por otra gente, que las casas de los tagaeri, si es que existen, están fuera del bloque petrolero. Que son hechos prefabricados inventados por movimientos políticos antipetroleros. O refiriéndose a los waorari muertos, ciertos fiscales sentenciaron: “que no se puede identificar a los fallecidos, porque no se encontraron sus cédulas de identidad…” y “…Por no poder llamar a declarar a los tagaeri-Taromenani…”
Palabras así, tan mal informadas, en realidad son vulgares mentiras y duelen especialmente. Son simplemente una locura, sadismo. Las lanzas clavadas en el cuerpo de Monseñor, de la Hermana Inés y de varios obreros que me ha tocado sacar con estas manos son una gran verdad. Están ahí, y la mentira y la dura insensibilidad sádica de los que afirman lo contrario las hace más sanguinarias y más crueles todavía; aunque esas palabras estén pronunciadas por autoridades de peso, apoyadas por la contundencia económica, el poder y hermosos videos sobre el Parque Nacional Yasuní y sus gentes.
8) Las compañías petroleras: Petroamazonas y petroleras chinas.
Hace 25 años la gran compañía petrolera era Texaco, que acaba de perder el juicio llevado contra ella por las comunidades indígenas y colonas, por la contaminación causada en toda la Amazonía.
Ahora las compañías son Petroamazonas y las petroleras chinas: Petrooriente y Andes Petroleum. Estamos ante un nuevo y agresivo boom petrolero que se parece al de hace 25 años. El país entra en una nueva era de explotación. Hay una necesidad urgente de aumentar las reservas para alimentar la futura refinería de la costa, no importa donde se encuentren las bolsas de petróleo: en el Parque nacional Yasuní, en las Zona Intangibles o en tierras de Tagaeri-Taromenani. Las compañías tanto nacionales como extranjeras son duras, inhumanas e insensibles con la vida del hombre y de la naturaleza cuando se cruza por medio el dinero.
Operan con total ilegalidad y brutalidad, llevadas del capitalismo salvaje del Estado que las protege. Su lema parece ser “después de nosotros el diluvio”. Las compañías saben los riesgos de operar en zonas protegidas, en parques nacionales, en zonas intangibles, de amortiguamiento, de zonas de presencia de pueblos indígenas aislados. Por supuesto también conocen la Constitución, saben las leyes y acuerdos internacionales existentes que protegen a los pueblos indígenas aislados y sus territorios. Muchas de ellas hacen lo que no harían en sus países porque sus leyes no lo permiten.
9) Autoridades estatales
Las autoridades, ministros y funcionarios del estado saben que concesionar territorios prohibidos, “vedados a perpetuidad” o entregar licencias para ilegalidades es entregar licencias para matar. Las compañías se escudan en permisos y licitaciones otorgados por el Estado para cometer ilícitos. Con la plata se lavan sus pesadas conciencias y se libran de cualquier culpa: lo mismo en el tema maderero que en el petrolero.
El estado ha ido reduciendo el área del Parque Nacional Yasuní, moviendo sus límites y concesionando bloques petroleros. El estado por medio del IERAC y del INDA ha entregado tierras e incluso títulos de propiedad en territorios colindantes con el Parque y ha permitido que se abran carreteras en el corazón mismo del Yasuní. ¡Maravilla que hablen maravillas del Parque!.
10) Autoridades locales
Las autoridades locales también se han abanderado de discursos conservacionistas y proteccionistas, pero en realidad actúan en función de los votos y sus discursos se hacen pedazos ante la verdad y la realidad. Desde la prefectura y la municipalidad han abierto vías dentro del mismo Parque Nacional Yasuní, en tierras waorani y en zonas de amortiguamiento. Para satisfacer las demandas de los colonos les proporcionan servicios básicos y de infraestructura cada vez más cercanas a los pueblos aislados. Son terrenos ajenos y los dueños reaccionan. Esto ha causado muertes.
11) Organizaciones indígenas
Deberían ser la voz y la garantía de los derechos Tagaeri y Taromenani que no tienen peso alguno en la sociedad nacional. ¿Por qué no lo harán? Es un misterio.
La organización waorani, por su parte, ha jugado un papelón de cómodo comodín. Para con sus hermanos Tagaeri, Taromenani se han convertido en el arma fratricida del conquistador. En sus casas “civilizadas” se ha planificado la muerte de más de 20 miembros de los pueblos ocultos (Mayo 2003) y se sabe de otros intentos llevados a cabo por waorani particulares y se han escuchado otros tantos rumores.
Toda la justificación, tanto de unos como de otros, ha sido decir que son “expresiones puras de justicia indígena”. No han tocado ni un pelo de los madereros, cazadores o petroleros que entran en la tierra que ellos defienden como última morada. ¿Por qué se justificó a los asesinos que todavía andan sueltos?
12) La sociedad civil
Las organizaciones ambientalistas, las organizaciones no gubernamentales los organismos de derechos humanos, el pueblo ecuatoriano y los vecinos del Coca con la constitución en la mano, debieran asumir la lucha por la defensa de la amazonia y de sus gentes, que somos nosotros mismos, lejos de prejuicios, intereses personales y colores políticos.
La dura vida de los obreros del petróleo, la marginalidad del colono y del mismo pueblo waorani… son razones más que suficientes para enfrentar a los “monstruos del desarrollo salvaje”, para defender territorios, parques nacionales, reservas y personas. No necesitan desnudar a los indígenas y adornarlos con plumas para exponerlos en las fiestas de la ciudad para regocijo de machos rijosos y de viejos verdes o llevarlos a Nueva York o a las Naciones Unidas.
13) Los misioneros
Los misioneros estamos quietos, impedidos. Producimos literatura y denuncia chatarra. Nos acogemos al derecho al pataleo.
Hasta mi visión, la que he expuesto, es negativa.
Pero Hoy TENGO UN SUEÑO. Como lo tuvo Alejandro, Inés y tantos muertos como guarda esta selva. SUEÑO en que mejore la calidad de vida, que la gente tenga capacidad de tener oportunidades en el futuro. SUEÑO que no debemos fracasar más en el intento de sumar, en el intento de construir un espacio de paz y dignidad para sus habitantes, tan propensos a vivir al día. SUEÑO en que nuestras aspiraciones sean mayores que el pliego de peticiones a las compañías o al Estado. SUEÑO en que las herramientas legales de Constitución y las leyes nos sirvan para reclamar nuestros derechos y que con ellas contemos con formas más democráticas.
Hoy tengo un sueño, el del Convencimiento que desde el quehacer Educativo y cultural, desde el respeto Mutuo y desde el conocimiento de la Riqueza natural y humana se puede Construir ciudadanía. La llama de la lucha de Alejandro sigue Prendida. Si no vamos, los matan, dijo. Hoy no hay quien vaya… pero, sueño, en Que, con la unión y el esfuerzo de todos, La voz de Alejandro Labaka tenga eco Todavía y que nos dé el aliento para Defender la vida, esa vida de los Ignorados, atrincherados en la espesura De la selva.
TOTALMENTE DE ACUERDO, CORREA, COMO TANTOS OTROS; RESPNDE A INTERESES PERSONALES Y POLITICOS, ES LAMENTABLE...
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