Persisten estereotipos y roles tradicionales para las mujeres en programas de la TV ecuatoriana
Área de Investigación Agosto 2013 CIESPAL
Alexandra Ayala Marín, coordinación
Adriana Garrido Mantilla, investigación
La
representación de las mujeres en tres programas de la televisión
ecuatoriana oscila entre el papel más tradicional, el de madre, y el
único que la ubica por fuera del ámbito doméstico, el de trabajadora o
profesional. Por otra parte, la violencia de género es un tema que se
incluye en la agenda mediática de esos programas, pero las mujeres en
profesiones consideradas como “no femeninas” o transgresoras de normas,
son las menos retratadas.
Estos son algunos de los resultados del monitoreo realizado a los programas Sorprendente, de RTS, y En carne propia,
de Canal Uno, que coinciden en el género informativo y los temas que
abordan: hechos judiciales, crónica roja y sucesos. Se consideró,
además, Así somos, de Ecuavisa, que es más bien un programa de
opinión realizado, en la temporada anterior, a modo de una mesa de
debate entre presentadoras y personas invitadas que discuten sobre uno o
más temas.
En los tres casos, se analizaron los programas, cada uno durante una semana no simultánea del 2012, en el marco del proyecto “Investigación, capacitación y redes sociales para la justicia de género en los medios de comunicación de Ecuador”, uno de cuyos objetivos es conocer cuál es la
representación que de las mujeres hacen algunos medios de información
nacionales. La muestra para el estudio está conformada, además, por
seis diarios de circulación nacional, durante una semana atípica, la del
8 de marzo, Día Internacional de la Mujer; y otra semana típica,
correspondiente al mes de julio, también del presente año.
En el análisis se trata también de conocer los estereotipos de género, comprendidos como patrones o modelos de cualidades y conductas atribuidos a las mujeres, y otras representaciones sobre ellas, que aún contradicen
lo estipulado en leyes y normas nacionales y en convenios
internacionales de derechos humanos, así como el tratamiento de las
diferentes formas de violencia contra las mujeres. Un concepto
fundamental de partida, es que la discriminación y la violencia en sus
diferentes formas, impiden la aplicación y el ejercicio de la justicia
de género.
El proyecto
mencionado se desarrolla desde mayo del 2012, y concluirá en marzo del
próximo año, con la realización de talleres de devolución de resultados y
capacitación para el tratamiento periodístico de la información con un
enfoque de derechos, que apunte a eliminar la discriminación y la
violencia contra las mujeres.
La televisión sigue estereotipando a las mujeres
Los primeros resultados, luego del monitoreo a los programas de televisión mencionados, evidencia que
en 39 de casos, Así somos, de Ecuavisa, los reproduce, y que los más
comunes son los estereotipos que, para el estudio, han sido considerados
como psicológicos y sociales, es decir, aquellos criterios que
encasillan a las mujeres como personas afectivas, por ejemplo, o solo
como madres, esposas o en relación de dependencia con respecto a los
varones, particularmente. En segundo lugar, se registran estereotipos
ético-morales o religiosos, subyacentes en conceptos tales como que las
mujeres deben ser virtuosas o recatadas; luego están los de tipo físico,
aquellos que atribuyen a las mujeres un determinado patrón de belleza.
Finalmente, se anotaron estereotipos intelectuales, que las presentan
con una determinada orientación para ciertas profesiones o desempeños
laborales y no para otros.
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Un ejemplo ilustrativo de estereotipos clasificados como ético-morales o religiosos, se aprecia en el tema
“Embarazarse para retener a un hombre. ¿Es una estrategia vigente?”:
algunas de las panelistas culpabilizaron a sus congéneres de un posible
engaño al quedar embarazadas; así, implícitamente consideran que el
embarazo es responsabilidad exclusiva de las mujeres, además de ser una
práctica de astucia, con el ánimo de perjudicar al hombre. En el tema
“¿Las mujeres musculosas son sexis?”, la mayoría de panelistas criticó
la estética de los cuerpos de aquellas que practican halterofilia; una
de las presentadoras expresó, por ejemplo, que la mujer musculosa le
parece totalmente anti femenina, nada sexi, y que, aunque admira a la
deportista Alexandra Escobar, no puede verla como una mujer. Es decir,
lo femenino sería sinónimo de sexi.
El
análisis del discurso sobre estos estereotipos mostró que en la mayoría
de las ocasiones se los conserva o refuerza, y en pocos casos son
cuestionados o desafiados. El afianzamiento de estereotipos
psicológicos y sociales, en Así somos, va de la mano de afirmaciones
tales como “a las mujeres les gusta pelear”, “son conflictivas”, “les
cuesta ser sinceras”. Se
destaca este programa en particular dado que para el momento del
monitoreo, tercer año y temporada anterior a la actual, se ubicaba en
“un país donde las mujeres no tenían voz”, por lo cual apuntaban a
terminar con los “costumbrismos machistas” y “cambiarlo todo”, según la
presentación en la página web de Ecuavisa.
Así
somos privilegia a las mujeres en la conducción, pero las notas
periodísticas son elaboradas casi en su totalidad por reporteros
varones, lo que sugiere que parte importante de la producción obedece
aún a visiones masculinas. Pero más que por el hecho de que sean varones
quienes las elaboren, porque no se han planteado formas alternativas de
elaboración y presentación de las notas, y no se apunta efectivamente a
eliminar estereotipos.
Los
otros programas monitoreados, En Carne Propia y Sorprendente, también
presentan representaciones estereotipadas de las mujeres. Se trata de
espacios televisivos especializados en temática de delicado tratamiento,
en la cual, es posible que no se observen debidamente los derechos de
las mujeres ni se ponga atención a la no discriminación por género.
El
primer programa está trabajado únicamente por profesionales hombres, con
lo cual el tratamiento informativo tiene, asimismo, predominancia de
visiones masculinas. En el segundo, existen presentadores y reporteros
de ambos géneros, pero en la conducción resulta evidente que el papel
principal lo lleva el conductor; ella cumple más bien función
complementaria y, hasta cierto punto, ornamental, ya que por su
desempeño puede ser interpretada como cumplimiento de una requerida
cuota de alteridad de género que como búsqueda de una mirada diferente
dentro del programa.
También en roles tradicionales
El
análisis identificó, en el programa En carne propia, 37 de 51 notas que
incluyen un total de 119 mujeres que cumplen diferentes funciones dentro
de la nota informativa. El tema más recurrente fueron catástrofes,
accidentes, hechos delictivos, violencia social y de género, que
presentan a las mujeres mayoritariamente como público presencial o como
parte de la opinión popular; en pocos casos aparecen como tema, expertas
o voceras. En Sorprendente se contaron
50 notas, 34 de las cuales incluyeron un total de 55 mujeres, ubicadas
en los temas de delitos violentos, asesinatos, secuestros y asaltos.
En
ambos programas, las mujeres pertenecen casi únicamente a estratos
populares urbanos, y son representadas desde las problemáticas de la
violencia social, desde los conflictos y la tragedia como una situación
determinada por su condición socioeconómica. Pero en Sorprendente, cabe
destacar que ellas son también expuestas como objetos sexuales, en una
suerte de violencia simbólica, con la cual se afianzan patrones
estéticos dominantes o estereotipos de belleza, que la socióloga Esther
Pineda denomina violencia estética.
Las 26 unidades de análisis ubicadas en Así somos plantean temas de debate relacionados con el deber ser
femenino, los roles tradicionales, la mujer en relación y al servicio
de otros/as, desde un enfoque conservador, moralizante e incluso
religioso que, entre líneas, afianza una única moral para un tipo
tradicional de familia (madre, padre, hijos/as), que desconoce otras
formas de familia, ya reconocidas constitucionalmente en Ecuador. En
otras palabras, desde el planteamiento de los temas de debate se
conservan y refuerzan roles y estereotipos en las mujeres representadas.
Otra
de las variables consideradas en el análisis fueron los roles en que se
presenta a las mujeres, es decir, los papeles que les han sido
socialmente asignados como género, y que se han ido ‘normalizando’ y
‘naturalizando’ históricamente. Como se indicó al inicio, en el programa
En Carne Propia, el más común de los roles fue el de madre, en 39
casos, seguido por el de trabajadoras o profesionales. En Sorprendente,
en la mayoría de los 30 casos, ellas son, al contrario del anterior
programa, presentadas como trabajadoras y/o profesionales, y como madres
y esposas, después.
Volviendo
a los estereotipos, estos aparecen en 24 casos en el programa En Carne
Propia, es decir, en la quinta parte de las notas; y los más
recurrentes, como ya se dijo, son los sociales y psicológicos, seguidos
por los éticos/morales o religiosos, y solo en un caso los físicos y
los intelectuales, respectivamente. Sorprendente tuvo 12 casos de
mujeres con estereotipos, la mayoría también son sociales y
psicológicos, seguidos por los físicos, esto útimo evidencia la
mencionada tendencia del programa a presentar a las mujeres más como
objetos sexuales.
En
Así Somos se presentaron, durante la semana analizada, 68 mujeres y 52
varones; de ellas, 37 son presentadas con diversos roles de género, pero
los más comunes son los de esposas y amas de casa, madres de familia y
amantes. La tendencia es, entonces, a ubicar a las mujeres desde lugares
comunes, más que desde sus logros,o en la visibilización de sus
condiciones de resistencia o lucha.
Queda
pendiente conocer cómo son representadas las mujeres en los diarios
nacionales, y ver qué medios, si los impresos o los audiovisuales,
contribuyen más o menos a la justicia de género. Finalmente, cabe
señalar que la investigación está auspiciada por la WACC (World Association for Christian Communication.
"La regulación de la prostitución sólo favorecería al lobby empresarial"
Beatriz Gimeno, autora del ensayo La prostitución, advierte en esta entrevista de los riesgos que supone la regulación: “no beneficiaría a las mujeres que la ejercen sino a los empresarios que buscan imponer sus intereses económicos”.
Graciela Atencio / Fotografía: Aitor García -- Feminicidio.net -- 23/09/2012
Recientemente creó la Red Ecofeminista
junto a otras activistas. No se corta ni se autocensura a la hora de
criticar y cuestionar las políticas neoliberales en Europa ni a la clase
política que gobierna en España. La entrevistamos en un café ubicado en
una de las zonas más bellas de la ciudad, el Madrid de los Austrias, en
el marco del lanzamiento de la Plataforma E-learning de Feminicidio.net, Beatriz Gimeno coordinará el curso: La prostitución. Aportaciones para un debate abierto.
Muestra entusiasmo e interés en que el debate se pueda extender a un
amplio sector de la ciudadanía, no solo española, sino global y
especialmente latinoamericana. Tiene curiosidad en conocer otros puntos
de vista y posicionamientos subjetivos frente al tema.
- Desde tu punto de vista: ¿qué función cumple la prostitución en la era del capitalismo global?
- Creo que hay dos sistemas, el patriarcado y el
capitalismo, ambos obtienen beneficios de la prostitución y ambos están
entrelazados. La prostitución es un gran negocio mundial al nivel del
tráfico de armas o el de drogas. No somos conscientes de la cantidad de
dinero que se mueve en torno a esta actividad. Cuando hablamos de
prostitución se toca a muchísimos negocios adyacentes. Por ejemplo, los
anuncios en periódicos y en internet, los locales de alterne...incluso
no podemos dejar de tener en cuenta el turismo mundial, las cuestiones
inmobiliarias en algunos barrios de ciudades ricas que se benefician;
como a montones de empresas que a lo mejor no consideramos que se
dedican directamente a la prostitución pero que tienen que ver, desde
teléfonos eróticos hasta hoteles de paso. Esto solemos dejarlo fuera del
debate. Las feministas nos centramos en los derechos de las mujeres,
obviamente es lo más importante pero a veces no aplicamos la misma
valoración o criterios que aplicaríamos a otros negocios. Es ingenuo
pensar que con la prostitución no se está haciendo una enorme campaña,
por ejemplo, a favor de la legalización. La industria de la prostitución
es un inmenso lobby económico que está utilizando dinero, como hace
cualquier lobby, para obtener voluntades políticas.
- ¿Sirve la prostitución como actividad para paliar la crisis?
- En algunos países es un factor económico importante.
- ¿En España no lo es?
- En cualquier lugar la prostitución es un negocio del que
se obtienen importantes beneficios económicos. ¿En qué sociedad
vivimos? En una sociedad neoliberal. ¿Y a quién beneficia la regulación
de la prostitución? Fundamentalmente a los empresarios. También es
ingenuo pensar que una regulación del sector favorecería a los mujeres
que se prostituyen. Todas las regulaciones en el sistema capitalista
están hechas para favorecer a los empresarios. Esta no es distinta.
¿Para qué se hacen las regulaciones? ¿A quiénes benefician? En España,
la prostitución al estar alegal, de alguna manera, dentro de unos
limites, digamos que es posible, todo muy entrecomillado, que sí haya
mujeres prostitutas que se beneficien ellas mismas de su actividad. En
el momento en que se regule, pasarán a poder ser legalmente explotadas
por los empresarios. Eso es lo que ocurriría si se regulara.
- Tu ensayo sobre la prostitución tiene la originalidad de
plantear ir más allá de abolir o regular. Propones que los dos sectores
del feminismo enfrentados, tendríamos que ser capaces de formar un
frente común para combatir la prostitución.
- Bueno, más que combatir la prostitución, porque
hay feministas que no están de acuerdo con combatir la prostitución
voluntaria, yo sí que creo que hay un trecho por recorrer si
consiguiéramos debatir sincera y tranquilamente. Que fuera un debate en
el que escucháramos los argumentos ajenos y se escucharan los tuyos, en
lugar de que sea una cuestión puramente emocional. El tema se ha
convertido en un no-debate.
- También tendríamos que ser capaces de extender este debate a toda la sociedad, ¿no?
- Considero importante que seamos capaces de encontrar un acuerdo respecto a algunas cuestiones dentro del feminismo.
- ¿Qué puntos de acuerdo podrían encontrarse?
- En la trata, en teoría estamos totalmente de acuerdo.
Sin embargo, en la focalización de si la prostitución es un trabajo o
no, si es voluntaria o no, no hay acuerdo. La trata es el principal
problema o quizás sería el más urgente a resolver; las mujeres que están
esclavizadas, que no se las deja salir de los burdeles, aquellas a las
que se las golpea, se las viola...Todas estamos de acuerdo en que es un
delito, que debe estar prohibido y perseguido. Nos podemos preguntar si
se está persiguiendo lo suficiente. Es obvio que no. Hay montones de
“puticlubs” en las carreteras que todos vemos cuando viajamos por
España, donde no entra la policía a averiguar en qué condiciones están
las mujeres que se prostituyen. Ahí habría otro punto de acuerdo: no se
está haciendo lo suficiente en la lucha contra la trata de mujeres.
- ¿Por qué no nos podemos sentar a dialogar y a
debatir abolicionistas y regulacionistas? Me tocó en un par de ocasiones
en Madrid ver cómo se insultaban y se gritaban unas a otras. Vaya
manera de poner en práctica nuestro discurso feminista entre nosotras.
- El tema de la prostitución se ha
enquistado de una manera terrible, todas las mujeres con las que he
hablado sobre este tema, a no ser que sean personas que se dediquen a la
prostitución, se lo toman así. Es una cuestión muy emocional, nos toca
profundamente. Hemos llegado a un límite en el que es imposible debatir
sobre esto. Incluso hay violencia verbal. A mí también me ha pasado y me
pasa a veces cuando estoy en un debate o en una mesa junto a otras
ponentes...me siento mal.
- ¿Te sientes interpelada?
- Sí y mis respuestas me hacen subir el tono de voz o me
exalto. Le he preguntado a una amiga regulacionista y me dice que le
pasa lo mismo, que ella y yo podemos estar conversando pero cuando
estamos en un debate la situación cambia. No hay manera de tener un
debate tranquilo sobre el asunto. Por eso dedico una parte del libro al
debate en sí. Hemos hecho de ello una especie de cuerpo, de anclaje de
nuestra entidad feminista.
- También es un acto catártico poder expresar y manifestar emociones públicamente.
- Sí, pero caemos en las divisiones: una es regulacionista
o es abolicionista y ese es su ser feminista digamos. Creo que hay que
romper con eso. Al final lo que va a pasar es que quienes impongan sus
puntos de vista sean los empresarios, que es lo que sucede en casi todo
el mundo debido a que el feminismo no es capaz de tener una postura
común sobre el asunto.
- ¿El Estado español es proxeneta?
- No hablaría en esos términos. El Estado español, como
todos los Estados europeos, es según le venga. La historia demuestra que
primero ha sido abolicionista, luego regulacionista, luego otra vez
abolicionista. Vemos que todos los Estados europeos hacen ese camino
dependiendo de factores como quién gobierne, si hay feministas en el
poder o no. E incluso en el fondo los factores que influyan pueden no
tener nada que ver con los derechos de las mujeres que se dedican a la
prostitución o con el feminismo.
- ¿Consideras que la Unión Europea está ahora en condiciones de adoptar una política común sobre este tema?
- No. Leía ahora mismo, antes de la entrevista, que nueve
países se niegan a imponer cuotas para la presencia de mujeres en
empresas; era una política supuestamente común...pues nueve países se
han rebelado. Imagínate lo que pasaría con la prostitución...los
empresarios del sexo tienen mucho poder en algunos países.
- Y tendrán su lobby, supongo.
- Claro, es que todos hacen lobby incluso aquí, a través
de asociaciones. No los conozco ni voy a acusar a nadie pero insisto:
sería ingenuo pensar que no se promocionan. Están asociados pero no se
muestran mucho como sector. Estoy convencida de que emplean dinero a
través de asociaciones pro-regulación y de que tienen estrategias de
publicidad para imponer sus intereses.
- En tu libro dices que lo que importa en la
prostitución es la desigualdad del marco, no el consentimiento. Sus
causas son la división sexual del trabajo y la construcción de una
ideología que naturaliza la diferencia. Dices que es ahí donde debemos
incidir. ¿Cómo? ¿Podemos pensar en prácticas liberadoras desde el
movimiento feminista?Esto me parece importante para saltar del discurso a
la acción. ¿Cómo dejar de tratar a las prostitutas desde el
asistencialismo y el victimismo? ¿Cómo respetar la voluntad de quienes
se prostituyen libremente cuando sabemos que dinamitan la Igualdad y en
el ejercicio de la prostitución es imposible salir de la opresión?
- La tesis de mi libro responde estas preguntas. No tiene
importancia si uno se dedica voluntariamente a esto por necesidad. Digo,
voluntariamente entre comillas. En teoría, en el capitalismo, para las
personas que somos anticapitalistas, todo consentimiento está viciado,
nadie consentiría su propia explotación pero convivimos con eso
constantemente. La gente es explotada y nosotros no pretendemos acabar
con sus trabajos, sino que pretendemos que sus condiciones de vida
mejoren, aunque el objetivo final marxista es acabar con la explotación y
con el salario. Uno no dice que haya que acabar con el trabajo de los
barrenderos o las señoras de la limpieza que son explotados. Pues lo
mismo podría decirse de la prostitución. Deberíamos dejar ese debate,
que se ha quedado antiguo y que además la gente no lo entiende ni le
llega. Insistir en el consentimiento no conduce a ningún lado. Cuando
decimos: “no se puede consentir, ninguna mujer quiere ser
voluntariamente prostituta”. Y sale una mujer que dice: "Pues yo sí
quiero”, te dinamita el discurso ante la opinión pública. Hay que
moverse de ahí y ver que el problema de la prostitución no está en el
consentimiento, no en si es un trabajo o no -que también daría igual-
sino en lo que significa la institución en sí y en las dificultades que
plantea para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. En cómo
afecta nuestras relaciones con los hombres o las relaciones de los
hombres con nosotras. ¿Qué enseña la prostitución a los hombres? ¿En qué
lugar coloca a las mujeres? Deberíamos centrar el debate más en la
institución que en las condiciones particulares.
- La prostitución también afecta a la construcción sexual de la realidad, la masculinidad, la feminidad...
- ¡Claro! ¿Qué aprenden los hombres con
la prostitución? Es decir, ¿qué significa la institución para la
Igualdad?¿Es posible la Igualdad con la existencia normalizada de
prostitución? Yo creo que no y que además esto se puede demostrar.
- Entonces hay que incidir más en el orden del discurso.
- En el orden simbólico aunque no por eso tienes que dejar
de trabajar en la praxis. La única manera de acabar con la prostitución
es luchando por la Igualdad de derechos. La prostitución existe hoy
quizá más que nunca.
- ¿Por qué crees que sucede esto?
- El feminismo ha hecho que muchos hombres necesiten de la prostitución.
- Sí. Estoy convencida de que el feminismo ha ido socavando el sentido de masculinidad de algunos hombres que ya no pueden gritarle a la mujer como antes ni controlarla, que luego van al trabajo y tienen una jefa...
- A muchos les gustaría domesticar a las mujeres sexualmente ¿no?
- Todo junto. Les gustaría domesticarlas social y sexualmente siguiendo los cánones de la subjetividad masculina tal como la han aprendido ellos. De ahí que muchos hombres necesiten espacios y relaciones donde puedan ejercer esa masculinidad tradicional. Creo que esa es una de las razones por las que ha crecido tanto la prostitución. Además los clientes dicen esto en las encuestas. Ya nos les gusta la prostitución occidental regulada porque las prostitutas ponen límites o tienen protección, por ejemplo como pasa en Holanda; quieren hacer una cosa y la prostituta dice: "no, esto no" y toca un timbre, aparece un guardaespaldas y los echa. Ellos se quejan: "es que parecen profesionales". Y sí, ellas son profesionales. Entonces muchos hombres occidentales de los países ricos se van a buscar niñas o jovencitas al sudeste asiático o a América Latina.
-Pero entonces la prostitución cumpliría una función fundamental para la masculinidad como violencia sexual.
- No lo sé...no toda prostitución es violencia. Lo llamaría dominio en lugar de violencia. Todo el mundo entiende la violencia física pero con otros tipos de violencia los límites no están tan claros. La prostitución constituye un papel fundamental en la construcción de la subjetividad masculina como una subjetividad que puede someter sexualmente a una mujer cuando lo desee. En la autopercepción de ser hombre, él piensa que se lo merece y que por tanto tiene que haber un contingente de mujeres a su disposición cuando lo desee.
- Esto para las abolicionistas es una forma de violencia de género.
- Sí, lo sé, lo sé y sí que lo es pero es necesario distinguir. Hay un problema en decir que "siempre es violencia". Entonces: ¿cómo distinguimos la violencia física de otras violencias? Si todo lo que les pasa a las prostitutas está atravesado por la violencia, ese discurso hace muchas veces que las prostitutas que son golpeadas o violadas, que las hay, no puedan ir a la policía o a los juzgados a poner una denuncia. Si tú dices que toda prostitución es violación, no distingues la violencia simbólica de la violencia real, no matizas. Si todo es violencia, entonces nada es violencia. No toda prostitución es violencia física aunque sí simbólica. No todo acto prostitucional concreto tiene por qué ser violento pero la institución en sí ejerce sobre todas las mujeres una violencia simbólica con la que es imposible avanzar hacia la Igualdad, conseguir la Igualdad. La prostitución es una institución que afianza la desigualdad entre hombres y mujeres.
- Siendo realistas, ¿se puede vivir en una sociedad sin clientes?
- ¿En una sociedad sin clientes? ¿Siendo realistas? No, en una sociedad como esta no. Tendría que ser una sociedad igualitaria, donde el patriarcado no existiera. Estamos muy lejos de eso.
- Pero en Suecia, la política de abolir la prostitución ha dado buen resultado.
- Suecia no es ningún paraíso. Es cierto que se trata de una política de Estado allí y algunas feministas en el poder han hecho del abolicionismo de la prostitución algo prioritario. Sin embargo, en Suecia persisten altos índices de violencia de género. Por eso hay que insistir mucho en que las políticas son necesarias, están muy bien, pero mientras no ataques el aspecto simbólico de las construcciones de la subjetividad no vamos a conseguir grandes cambios. Tú puedes imponer políticas y habrá que imponerlas, además las políticas enseñan a la población, son didácticas, todo eso está muy bien, pero hay que conseguir que los hombres no violen a las mujeres porque no lo desean y no porque está prohibido.
- Si la regulación no ha funcionado: ¿por qué insisten las regulacionistas?¿Por qué no tienen en cuenta los informes, estudios y las críticas que hacen las organizaciones de derechos humanos?
- Por muchas razones. Una parte del discurso de las personas que opinan de la prostitución es emanado directamente del lobby empresarial. Los empresarios quieren imponer el tipo de regulación que a ellos les conviene. Esa es una parte del discurso que llega a través de los medios de comunicación. Luego hay otra parte sostenido por asociaciones regulacionistas; ellas dicen que no desean la regulación impuesta por los empresarios, recalcan que no ha funcionado y que no es la que ellas quieren. Y luego hay otra parte bastante importante de gente que no sabe lo que supone la regulación. No todo el o la que discute de prostitución es experta, no es nada malo esto pero la regulación sigue teniendo un halo de que favorece los derechos de las mujeres: eso no es cierto en todos los casos. Las regulaciones han perjudicado a la mayoría de las mujeres, especialmente a las más débiles en los países donde se ha regulado. Además pienso que en este contexto quizá no sea posible otra regulación que la que favorezca a los empresarios.
- Entiendo que no ves otro camino que la explotación sexual en el caso de la regulación de la prostitución.
- No soy la única que piensa así. Algunas mujeres que se dedican a la prostitución sostienen que lo mejor es estar no reguladas. Creo que es lo mejor para ellas, lo podríamos hablar detenidamente, no tiene porque haber un marco regulatorio...Estoy porque el Estado como Estado sea claramente antiprostitución y que tenga políticas de igualdad-antiprostitución. El Estado es el que da legitimidad o no a una institución de desigualdad. Pero dicho esto, que es para mí lo importante, como la prostitución existe, es una realidad y está en las calles y el Estado no puedes dejar a esas mujeres sin nada, sí que creo que ellas deben ser sus propias dueñas, sin empresarios ni proxenetas ni chulos que las sometan.
- ¿Es posible legislar esta posición?
- Sí que es posible, es una legislación menor. No estoy por ninguna regulación porque una regulación legitima la prostitución y no quiero olvidar nunca que la prostitución es una institución que debe desaparecer, que ninguna ley debe legislarla. No es necesario legislar todo en la vida. Un Estado no tiene que inmiscuirse, en el fondo, más allá de lo que la prostitución políticamente signifique (como feministas sabemos lo que significa); sería un acto sexual consentido entre dos personas adultas y no hay porqué legislar nada. Que luego ella cobre o no cobre no nos tendría que importar. Como feministas sí, en lo que tiene que ver con la institución pero en el ejercicio de su libertad, es la decisión de cada mujer.
- Sí pero las abolicionistas te dirían que tú tienes que garantizar también como Estado que no haya violencia contra esas mujeres y la única manera de hacerlo es aboliendo.
- Puedes prohibir el proxenetismo, puedes prohibir las
empresas, prohibir y cerrar los prostíbulos. Puedes formar a la policía
para que sepa que cuando una prostituta va a denunciar una violación o
malos tratos es igual que cualquier otra mujer.
- ¿Qué va a pasar en España con la prostitución? ¿Se va a regular?
- No lo sé, la verdad. Hace poco tiempo hubiera dicho que
se iba a regular y que el discurso regulacionista estaba ganando
claramente la batalla. Ahora ya no lo veo tan claro y me alegro porque a
mí el discurso regulacionista me parece muy pernicioso. No juzga ni
valora lo que significa la prostitución en sí, como institución. Las
abolicionistas se están modernizando y cambiando su discurso por uno más
actual. Antes conectaban con mucha dificultad con gente más joven, creo
que esto se ha modificado y que van incorporando cuestiones. Ha habido
un reajuste de posiciones, ya no tengo tan claro que el regulacionismo
gane la batalla entre otras cosas también, y quizás sea lo más
importante, porque las regulaciones han sido un fracaso allí donde se
han aplicado.
- En Australia, Holanda y Alemania por ejemplo.
-En general la regulación en esos países ha sido
desastrosa para las mujeres que se prostituyen. Y desde el feminismo
¿cómo vas a combatir el sexismo regulando la prostitución? Es la
institución sexista por excelencia, tú no puedes estar dando cobertura
simbólica, social y cultural, dando legitimidad a una institución
sexista. No es posible ni pensable en ese marco combatir el sexismo. Es
otra de las cuestiones por la que estoy en contra de cualquier
regulación. Otra cosa es preguntarnos cómo nos enfrentamos a una
institución sexista que va a tardar en desaparecer; cómo mejoramos la
vida de las mujeres que están inmersas en la prostitución, que existen y
que tienen todo el derecho a buscarse como puedan la vida. Pero, ¿darle
legitimidad? Eso es un suicidio para la lucha por la Igualdad.
- La mayoría de las mujeres que se prostituyen en
España son extranjeras, migrantes que vienen de países más pobres
¿Deberíamos cuestionarnos nuestra situación de privilegio desde una
ética feminista? ¿Son esas mujeres “las otras”?
- Sí, sí, claro. En el estigma son las otras.
- Pero en el listado de la ética feminista esta
autocrítica no figura. Las feministas blancas, occidentales de países
ricos, ¿no deberían impulsar esta causa como una prioridad?
- ¿Por qué presupones que no hay autocrítica? Para
algunas, para muchas feministas europeas esta causa es una prioridad.
Pienso mucho en esto, no creas...Me plantea dudas. ¿Hasta dónde llega el
racismo y hasta dónde el clasismo? ¿La otra es otra por ser pobre, por
ser negra o mestiza o por venir de otra cultura? Todas estas cuestiones
están entrelazadas. A veces lo que se llama racismo es puro clasismo.
Cuando una es rica da igual que seas negra, no te vas a encontrar ningún
problema en ningún sitio. El racismo, el clasismo y la xeonofobia
existen en Europa pero los límites son difusos. La otra es otra por
todos estos componentes y claro que desde la ética feminista debemos ser
solidarias y acompañar a estas mujeres en la lucha por salir de la
opresión. Hay un tema ahí que no he tratado en el libro y que me he
apuntado porque me interesa mucho.
- ¿Cuál?
- Las similitudes entre prostitución y servicio doméstico... históricamente y ahora.
- ¿De eso va tu próximo libro?
- No lo sé. Pudiera serlo. Tengo varios proyectos en
mente. Escribir le da sentido a mi activismo. Bueno, en plural, las
feministas necesitamos nutrir nuestro discurso para volcarlo en el
activismo.
Aurora boreal
- La testosterona de sus banqueros y sus bravuconadas económicas hicieron caer a Islandia
- Las mujeres se han hecho cargo de la isla y han puesto en valor un concepto: sostenibilidad
Diario El Pais
A la izquierda, la primera ministra islandesa, Jóhanna Sigurdardóttir, y Katrin Jakobsdottir, siguen el resultado electoral, en abril de 2009. / BOB STRONG (REUTERS)
En Reikiavik hay un espléndido edificio de cristal negro, grande y hermoso frente al mar, en un lugar en el que hace tres años no existía más que un solar vacío. Lo sé porque estuve allí hace tres años, en un momento terrible para Islandia, un país arruinado por la excesiva testosterona de sus banqueros, el primero en sucumbir a la recesión, el que sufrió la caída más dura. En aquellos primeros meses de la crisis, la pequeña, rota y desesperada Islandia (población: 320.000) constituyó un anuncio del Apocalipsis para las grandes naciones de Europa occidental. Sin embargo, hoy, ahí está ese edificio nuevo y reluciente, una imagen de opulencia y modernidad tan extraordinaria como el Museo Guggenheim de Bilbao, estrambóticamente fuera de lugar en esta Lilliput nórdica de casitas de Lego pintadas de rojo, amarillo y azul. No podía apartar la vista del edificio, ni de día ni —sobre todo— de noche, cuando su multitud de ventanas asimétricas y marcos irregulares cambiaba continuamente de colores, como en una imitación líquida de la aurora boreal.
¿Qué ocurrió en Islandia? ¿Qué ha ocurrido en estos tres años para que surja, de las cenizas del desastre económico, una construcción tan extravagante? Lo que ha ocurrido es que las mujeres se han hecho cargo del país y lo han arreglado. Y ese edificio, el primer auditorio nacional de conciertos en la historia de Islandia, donde la compañía nacional de ópera representa en estos días, con el aforo completo, La Bohème de Puccini, es la encarnación del cambio que se ha vivido. Porque nos dice que Islandia no se hundió, que el país ha vuelto a levantarse; y porque la persona que decidió construirlo o, más bien (y con algo más de polémica), no interrumpir su construcción después del crash financiero, fue una mujer.
El presupuesto estatal está casi equilibrado, las exportaciones superan a las importaciones y la moneda es estable
Quería conocer a esa mujer. No por los motivos habituales que empujan a los periodistas a escribir sobre mujeres poderosas —porque hubiera triunfado en un mundo de hombres—, sino precisamente por todo lo contrario. Porque esa mujer simboliza una tendencia en Islandia, o, más que una tendencia, una revolución, un golpe de Estado. Desde que se produjo la crisis, y como reacción directa y deliberada ante ella, las mujeres se han adueñado de las palancas del poder, y lo han hecho en los ámbitos que más importan, en los que más influencia se ejerce sobre el destino nacional: el Gobierno, la banca y, en creciente medida, la empresa.
Los tres bancos principales de Islandia quebraron en octubre de 2008 y dejaron deudas que ascendían a más de 10 veces el PIB del país. Islandia, que hasta entonces ocupaba el primer puesto en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (es decir, el mejor sitio para un ser humano en el planeta Tierra), se encontró mucho más allá de la bancarrota. Y se echó la culpa a los hombres. Los hombres le echaron la culpa a los hombres. En el partido del Gobierno dominaban los hombres, los banqueros casi sin excepción eran hombres y los temerarios, absurdamente ambiciosos, impulsos que condujeron a una pequeña nación de pescadores a creer que todos se estarían bañando en champán francés por el resto de sus días eran categóricamente, exclusivamente, decididamente masculinos. Así que entonces, como comentó el Financial Times en aquel momento, aparecieron las mujeres para arreglar el lío. El primer ministro fue sustituido por la primera mujer en la historia de Islandia en ocupar el cargo, Jóhanna Sigurdardóttir (gay y casada, con dos hijos de un fallido matrimonio anterior con un hombre), que continúa ejerciéndolo hoy. Las mujeres constituyen la mayoría del Gobierno, cinco carteras ministeriales, frente a cuatro hombres. Se despidió a los consejeros delegados (todos varones) de los bancos que habían quebrado, se cambió de nombre a las entidades y se colocó en sus cargos a mujeres. Cada vez más mujeres se hacen empresarias o empiezan a aparecer en los consejos de administración de empresas privadas. Por escoger entre numerosos ejemplos, la consejera delegada de la mayor compañía de seguros de Islandia en la actualidad es una mujer, igual que la responsable para el país de Rio Tinto Alcan, que encabeza el poderoso sector nacional del aluminio.
El tópico, desde Margaret Thatcher, es que las mujeres en puestos de poder son, por necesidad, damas de hierro, que triunfan a base de pensar como hombres. La proposición que me planteé explorar en Islandia fue si el cambio había sido lo suficientemente profundo como para que a los hombres no les haya quedado más remedio ahora que pensar como mujeres.
En Islandia, todo el mundo conoce a todo el mundo. Todos son primos, de una forma u otra. De modo que, cuando pregunté a varias personas si me podían poner en contacto con la mujer de la sala de conciertos, cuyo título exacto es, desde febrero de 2009, ministra de Educación, Ciencia y Cultura, todo el mundo sonrió de inmediato: “¡Ah, Katrin!”.
“Se quedará asombrado cuando la vea”, me dijeron. “Tiene tres hijos, pero nadie lo diría”. “Es muy brillante”. “Sí, tremendamente inteligente”. “¡Pero parece que tiene 12 años!”.
Esto último era una exageración. La persona que se me acercó, con la mano extendida, cuando estaba sentado en una pequeña sala de espera del ministerio tenía aspecto de tener 16 años, por lo menos. Menos mal que me lo habían advertido, pensé; si no, nunca habría creído que era quien decía ser, la ministra Katrin Jakobsdottir, por si fuera poco vicepresidenta del partido socialdemócrata —oficialmente denominado Verdes de Izquierda—, que ocupa el poder. Botas Dr. Martens, vaqueros marrones, pelo lacio, esbelta, menuda: parecía una becaria en su primer día en la oficina, o la hermana menor, más dulce y menos seca, de la chica del dragón tatuado de Stieg Larsson. En realidad tenía 36 años y acababa de volver de disfrutar de su permiso de maternidad tras el nacimiento de su tercer hijo. Totalmente segura de sí misma (si sentía alguna incomodidad al tener como despacho un imponente salón ministerial, no lo delató) y tan lista como me habían dicho que era, no necesitó que le hiciera ni una pregunta para saber cuál era el primer tema que quería abordar con ella.
"La sociedad islandesa está estructurada de tal forma que las mujeres no tienen que escoger entre el trabajo y la familia"
“Una de las primeras decisiones que tuve que tomar en este puesto fue si seguir adelante con el auditorio nacional o no”, dijo. Cuando asumió el cargo, hace tres años, me explicó, los cimientos estaban construidos, pero no había nada visible sobre tierra. El problema no era solo que la economía nacional estuviera destruida; el multimillonario que había concebido el proyecto, un hombre llamado Bjorgolfur Gudmundsson, que, entre otros excesos, había comprado el equipo de fútbol West Ham United, de Londres, se había quedado sin un céntimo. “Así que me reuní con la gente del Ayuntamiento de Reikiavik para decidir si debíamos seguir adelante con fondos públicos, suspender la construcción hasta que llegaran tiempos mejores o dar por terminado el proyecto. Decidimos seguir adelante”.
¿Por qué? “En parte, porque había 600 personas involucradas en la obra, en parte, porque llevábamos 40 años hablando de construir una sala de conciertos para nuestra orquesta sinfónica y pensamos que, si no lo hacíamos ahora, nunca lo haríamos, pero también porque pensamos que no seguir con el proyecto daría a la gente la sensación de que se prolongaba la crisis”. ¿Habría sido malo para la moral nacional que se interrumpiera, entonces? ¿Seguir adelante tenía un valor añadido que era superior al coste? “Sí. Exacto. Nos vimos obligados a hacer grandes recortes presupuestarios en todo el sector público, pero decidimos seguir. En su momento hubo mucha controversia, pero creo que ahora está desapareciendo. El auditorio se inauguró en la primavera de 2011 y, desde entonces, han acudido más de 800.000 visitantes. A la gente le encanta. Islandia es un país con una gran vida musical, y también somos un país con mucha determinación y mucha ambición. El edificio ha sido un símbolo y una inspiración para los islandeses”.
"Las cosas podrían estar mucho peor"
Un símbolo, entre otras cosas, del regreso a la salud económica. Jakobsdottir reconoció que las cosas podrían estar mejor, que la deuda hipotecaria de la gente corriente sigue siendo elevada, que las inversiones son bajas y que en Islandia, hoy, hay desempleo (justo por debajo del 7%), mientras que antes, no. El nivel de vida, en otro tiempo el más alto del mundo, ha caído, y la gente trabaja más por menos dinero. Pero, como observó el premio Nobel de economía Paul Krugman tras una visita reciente a Islandia, “las cosas podrían estar mucho peor” y aunque ese “no es el eslogan más estimulante del mundo..., cuando todo el mundo preveía un desastre total, equivale a un triunfo político”.
Mujeres en un balneario a 40 kilómetros de la capital isandesa. / T. ORN KRISTMUNDSSON (AFP)
Las cifras apuntan a un grado de solidez casi inimaginable hace tres años. El presupuesto estatal está casi equilibrado, las exportaciones superan a las importaciones, la moneda es estable y, el año pasado, el FMI publicó un informe halagüeño. Por hablar de cosas que se entienden sin que haga falta saber nada de economía, la nueva sala de conciertos no es más que la señal más visible de una larga lista de éxitos.
En mi reciente visita, asistí al festival gastronómico anual de Islandia, Food and Fun, que se celebra desde 2002 pero estuvo a punto de ser suspendido, por falta de dinero, en 2009, 2010 y 2011. Este año ha vuelto a florecer, con la participación de 30 cocineros de tres continentes y 25.000 islandeses que pagan 40 euros por cabeza en los restaurantes locales (hay un 50% más de locales de comida en Reikiavik que hace tres años) para saborear sus platos. Icelandair ha duplicado sus rutas desde 2009 y ha aumentado el número de pasajeros en un 20% anual. Se ha creado una línea aérea nueva, WOW, y el turismo también está en auge; las plazas hoteleras para julio y agosto de este año están ya prácticamente todas vendidas. Los precios de las viviendas acaban de subir un 10% y las ventas de Mercedes Benz, según me dijeron fuentes fiables, han aumentado de repente. En cuanto a la sanidad y la educación públicas, tan buenas que ni siquiera los fugaces multimillonarios de la época del boom sintieron la necesidad de pasarse a las privadas, no han sufrido en calidad pese a los recortes presupuestarios que ha tenido que hacer el Gobierno. Como prueba de la normalidad que se ha instalado donde antes acechaba el Apocalipsis, el debate fundamental entre los partidos de izquierda y derecha en el Parlamento es hoy la eterna y rutinaria cuestión de si hay que subir o bajar los impuestos. O si, después de haber recurrido con éxito a la devaluación de la moneda como mecanismo para recobrar la salud, ahora convendría incorporarse al euro.
Pero en lo que todos los parlamentarios están de acuerdo es en que la época del capitalismo de enriquecimiento rápido se ha terminado. La palabra clave, hoy, es sostenibilidad, y todos los partidos la repiten en sus declaraciones públicas. Y la sostenibilidad, en opinión de la ministra Jakobsdottir, es un concepto más femenino que masculino. Ella lo explica así: “Mucha gente achacó los excesos de los banqueros que nos causaron tantos problemas a una cultura masculina”. “En 2009, todo el mundo decía: ‘Lo que necesitamos es menos pensamiento de chulería masculina y más mujeres con ideas pragmáticas y estratégicas’. Lo que hemos aprendido desde entonces es que si queremos permanecer alejados de la crisis y construir, todos sabemos que hay que pensar no en el futuro inmediato, sino en los próximos 10 o 20 años. Esa no es la forma de pensar de un Gobierno dominado por hombres; esa es una manera de pensar femenina”.
"Nosotras hablamos de los sectores creativos"
Le pedí que me dijera en qué terrenos concretos se podían detectar estos cambios. “Hay muchos ejemplos. En general la influencia femenina se ve en este énfasis que le damos al desarrollo sostenible, en construir la economía pensando a largo plazo, de manera fiable y segura. Las mujeres piensan en esos términos porque está en su naturaleza. Un ejemplo más específico: cómo estamos encarando los temas de los impuestos y los presupuestos. La idea es analizar los diferentes impactos que el sistema tiene sobre los hombres y las mujeres, y ver cómo podemos ajustarlo para generar más igualdad entre los géneros. También se ve la influencia femenina en la discusión sobre el empleo. Los hombres se centran en cosas como la industria del aluminio. Nosotras hablamos de los sectores creativos. Hemos llegado a la conclusión de que las artes —en especial la música y la literatura— aportan tanto dinero al país como la extracción de aluminio. No creo que a los hombres se les hubiera ocurrido ni pensarlo”.
Un dato que asombra en Islandia es que un país de 320.000 habitantes posea tal abundancia de talento artístico, sobre todo en la música, donde, aparte de una ópera nacional y una orquesta sinfónica nacional, existen numerosos grupos contemporáneos que producen todo tipo de cosas, desde la globalmente aclamada Björk hasta el trabajo experimental y esotérico de Kria Brekkan, que ha triunfado en Nueva York y con quien me encontré por casualidad delante del auditorio nacional. Aproveché la oportunidad para preguntarle si ella estaba de acuerdo en que las mujeres habían cambiado Islandia. Ojalá hubiera grabado su respuesta, porque fue de una lucidez cristalina, pero, en resumen, vino a decir que sí, “la fuerza masculina” que había definido el periodo en el que los islandeses habían intentado jugar a los bancos y convertirse en el pueblo más rico del mundo había sido reemplazada por una “fuerza femenina que está en la tierra, que no apunta a las estrellas, y que busca plantar raíces y trabajar para un futuro seguro”.
Hablé con muchas otras mujeres, y todas expresaron variaciones de la misma idea. Audur Bjork Gudmundsdottir, directora ejecutiva en una compañía de seguros, dijo que los problemas de Islandia partían de que la gente había estado corriendo demasiado de prisa, lanzándose a grandes aventuras sin pararse a examinar los detalles de lo que estaba haciendo. “Hoy, en los consejos de administración de las empresas, en los que se ve cada vez a más mujeres, se hace hincapié en la responsabilidad, no en correr riesgos ni en intentar hacer mucho dinero muy rápido”.
Birna Einarsdottir, una de las consejeras delegadas de bancos nombradas para desplazar a los hombres inmediatamente después de la crisis de 2008, dice que la gran lección que han aprendido los islandeses mientras salían de la recesión y entraban en el crecimiento ha sido: “Atenernos a lo que sabemos; no pasarnos de listos”. “¿Quién dijo que los islandeses eran los mejores banqueros del mundo? ¿De dónde salió esa idea? De modo que, ahora, la regla es ser humildes, conocer nuestras limitaciones y aprovechar nuestras ventajas. Y, en vez de pensar que sabemos todo, hacer preguntas; pedir ayuda”. Que es lo que hacen las mujeres; no los hombres.
De lo que de verdad entienden los islandeses, dijo Einarsdottir, es de pesca, que hoy tiene muchos más beneficios que antes de la crisis. Un ejemplo es una mujer de nombre impronunciable, Sjöfn Sigurgisladottir, que dejó en 2009 su puesto de directora ejecutiva de un organismo estatal dedicado a la seguridad alimentaria para crear una empresa de pesquería y piscifactoría con otras dos socias. Calculan que, para 2014, habrán creado 100 puestos de trabajo y estarán vendiendo más de 2.000 toneladas anuales de tilapia nórdica (un pescado de origen africano).
“Estamos entrando en una industria que antes era exclusivamente masculina”, me dijo una sonriente Sigurgisladottir, “y eso es sintomático de lo que está ocurriendo en Islandia desde la crisis. Las mujeres están asumiendo un papel mucho más activo en la economía, asumiendo más responsabilidad, y también nos apoyamos mucho más unas a otras, creando clubes de mujeres, aprovechando oportunidades más que nunca”.
Ayuda, continuó Sigurgisladottir, el hecho de que la sociedad esté estructurada de tal forma que, en Islandia, las mujeres no tienen que escoger entre el trabajo y la familia. Tanto desde el punto de vista cultural (al parecer, los vikingos se tomaban con bastante relajo que sus mujeres concibieran y se reprodujeran mientras ellos estaban lejos, dedicados a violar y saquear) como desde el de las leyes del Estado sobre custodia de los hijos y permiso de maternidad o paternidad, las mujeres islandesas han avanzado más que nadie. Según el último informe del Fondo Económico Mundial sobre igualdad de género, Islandia ocupa el primer lugar del mundo. (“Yo vivo parte del tiempo en Suiza”, me dijo Sigurgisladottir, “y la diferencia con el lugar que ocupan allí las mujeres en la sociedad es escandalosa”).
Las mujeres de Islandia habían alcanzado estos logros incluso antes de que la crisis financiera golpeara. Lo que ha ocurrido desde entonces es que han complementado la igualdad en el hogar y en el trabajo con un nuevo grado de influencia y autoridad en el corazón del poder político y económico. Siendo madre de tres niños de menos de ocho años, siendo la ministra responsable de educación, ciencia y cultura y la número dos en el partido de Gobierno (lo cual hace pensar que es una probable futura primera ministra), Katrin Jakobsdottir es la Amazona diminutiva que encarna estos grandes cambios.
Fue ella la que me dio la respuesta a la pregunta que me había planteado al llegar a Islandia esta vez. El cambio más grande de los últimos años era que, efectivamente, los hombres sí estaban pensando más como mujeres. “Tener un Gabinete con la mitad hombres y la mitad mujeres, y ahora con más mujeres, ha marcado la diferencia”, me explicó. “El centro de atención político cambia cuando hay más mujeres en el Gobierno; quiero decir que hay una diferencia en lo que se debate. Por eso en estos últimos tres años ha ocurrido algo grande e importante, y en lo que no creo que haya posibilidad de dar marcha atrás. Hemos cambiado la naturaleza de la discusión”.
Heroínas, no; solo mujeres felices de vivir libres de etiquetas
Tiempo de lectura: 10' 42'' No. de palabras: 1788 Soraya Constante. Jueves 08/03/2012
María Cuvi lleva una vida de desobediencia a los roles impuestos a las mujeres. Se casó, se ‘descasó’, educó sola a sus tres hijos y se entrenó años de años para no tener relaciones de dependencia. A sus 65 años, esta escritora habla del envejecimiento con naturalidad y le entristece que algunas mujeres quieran borrar el paso del tiempo. “Digo que ‘estoy vieja’ deliberadamente para que suene y resuene”. Responde a las preguntas en su casa en Quito, con sus lentes de lectura puestos y algunos de sus libros dispersos sobre la mesa del comedor. Se confiesa satisfecha con su vida y lo único que le incomoda ahora es tener una pensión de USD 180 tras haber contribuido a la Seguridad Social del país durante 30 años.
“Un hombre con mi perfil, con mis títulos académicos, con mi producción intelectual, con mi prestigio… no tendría esta jubilación ridícula. Pero es el precio que alguien de mi generación debe pagar por haber trabajado con libertad, haciendo lo que le ha gustado hacer”.
La ruta marcada por esta escritora rebelde ahora es recorrida por Sonia Viveros y Verónica Gallardo, quienes también han tenido que hablar alto y claro para ganar el respeto de una sociedad que tachan de discriminatoria y machista. Ellas hablan desde sus vivencias en Quito, la primera como afrodescendiente y la segunda como madre soltera. Sonia empezó a lidiar con la discriminación en la escuela, donde las niñas negras estaban destinadas al deporte y no a la danza. La charla con esta mujer de 43 años es en la oficina de la Fundación Azúcar, de la cual es presidenta. “La discriminación por la piel ocurre en la escuela, en el trabajo y en las calles, y es tan repetitivo que parece normal”. Estudió ingeniería de sistemas y cuando salió al mercado laboral entendió que en este país “buena presencia” significa no ser negra ni indígena. Hace 18 años creó la fundación para trabajar por sus pares y se encontró con la discriminación. “En el mejor de los casos esperaban que el director (de la fundación) sea un hombre y solo en el peor se imaginaban encontrar a una mujer negra”. La vivencia de Verónica comenzó hace 14 años, cuando pasó de mujer casada a tener la etiqueta de madre soltera y desamparada, al perder a su esposo en un accidente de tránsito. Esta mujer de 42 años cuenta su vida en la sala de reuniones del edificio de Cooperación Alemana para el Desarrollo, donde trabaja ahora. “Antes estaba en una empresa pública y cuando mis compañeros de trabajo se enteraron de la muerte de mi marido empezaron a acosarme. Pensaban que necesitaba sexo y hacían comentarios ofensivos en los pasillos”. Las vidas de la directora de la Fundación Azúcar y de la empleada de la Agencia Alemana para el Desarrollo son ejemplos de rebeldía, porque rechazaron las etiquetas que la sociedad quiso imponerles y buscaron espacios para desarrollarse y ser felices.
Pero no todas tienen la misma fortuna. ONU Mujeres y la Cooperación Alemana para el Desarrollo llevan cuatro meses con la campaña Cartas de Mujeres. Han recogido testimonios anónimos de mujeres que sufren maltratos por temor al juicio de la sociedad: “Al ya no aguantar más agresiones decidí separarme del padre de mi hijo, pero mi madre me decía que mi hijo se iba a quedar sin padre y que yo iba a ser una divorciada”. “A los 18 me quedé embarazada y tenía mucho miedo de que mi familia me juzgara, así que le rogué a mi enamorado que se casara conmigo, pero al poco tiempo empezó a golpearme”. “Soy madre soltera, tuve a mi hijo por violación, pero mi papás no hicieron nada. Solo me dijeron que soy una cualquiera”.
El miedo de todas es el mismo que ha impedido que la última mujer citada para este reportaje dé su nombre y muestre su rostro. La conversación con esta esposa y madre, de 47 años, transcurre en un parque de Quito. La entrevistada es seropositiva y viste de negro para evitar que la reconozcan en las fotografías a contraluz que sí ha aceptado. Hace seis años recibió su diagnóstico. Su esposo la contagió y cuando todo se supo la dejó sola con la enfermedad. “No me quedó tiempo ni para llorar ni para deprimirme, me tocó solucionar y buscar ayuda”, cuenta. El hijo en común de la pareja, que no tiene el virus, volvió a unirlos. Pero la madre asumió el liderazgo de la casa y sacó del hoyo a su cónyuge, que en ese entonces tenía una carga viral más alta y desarrolló sida. Ella empezó a trabajar con asociaciones que apoyan a pacientes seropositivos, y estuvo cómoda laboralmente hasta hace unos meses, cuando los proyectos terminaron. Desde entonces no ha podido enganchar nada. En su hoja de vida solo consta su experiencia con el VIH y esto la ha marginado. “No quiero ni pensar qué pasaría si supieran que soy seropositiva. Me dirían que soy una mala mujer antes de que yo pueda contarles lo que me pasó”.
Las historias de desdicha no le agradan a la rebelde María Cuvi; como tampoco le gustan los relatos de heroínas que salen cada 8 de marzo. “Nosotras vivimos el día a día como podemos, nos caen a palazos físicos y simbólicos y lloramos… Pero también hay épocas buenas. La vida es así, una de cal y otra de arena, pero somos fantásticas, creativas, recursivas, podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo y funcionamos en condiciones adversas sin derrumbarnos”, dice. Para esta madre que vivió todas las edades el problema de muchas es que no logran construir proyectos propios, esos que nadie se los puede arrebatar. “Nos han educado para vivir los proyecto de nuestros papás, hermanos o maridos, jefes y cuando envejecemos de nuestros hijos… Entonces la clave es construir un proyecto para romper con esas dependencias y ser libres: cocinando, escribiendo, dirigiendo empresas, en los espacios que nos atraigan. Tenemos que luchar para ser autónomas económicamente, físicamente, sexualmente, políticamente, intelectualmente y también espiritualmente. No ser sombras de ellos”.
Una guía de organizaciones defensoras de derechos
Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer Cepam es una institución privada sin fines de lucro preocupada por contribuir a la mejora de la situación social y la calidad de vida de las mujeres. Se especializa en la defensa de los derechos humanos de las mujeres en sus distintos ciclos de vida. Su dirección es: www.cepamquito.org
Organización Ecuatoriana de Mujeres Lesbianas (OEML)
Fue creada con la finalidad de visibilizar la realidad en la que viven las mujeres lesbianas, bisexuales y transgénero del Ecuador; además, de garantizar y promover el ejercicio de los derechos, a no ser discriminadas a causa de su orientación sexual. http://oeml.blogspot.com
Plataforma nacional por los derechos de las mujeres
Espacio de convergencia de una serie de propuestas y acciones, construido por organizaciones de mujeres de la sociedad civil con el objetivo de exigir el cumplimiento de los derechos garantizados por la Constitución. http://plataformamujeresecuador.com/blog
Asociación de Mujeres, Niñas y Adolescentes (ICW Ecuador)
Organización formada por mujeres con VIH-sida que trabaja por defender y velar por sus derechos. Contribuye con la reducción de la estigmatización y de la discriminación mediante acciones de sensibilización. http://redogam.org/icwecuador.php
Centro de Estudios e Investigación de la Mujer (CEIME)
Su objetivo es brindar patrocinio legal y apoyo psicológico a víctimas de violencia de género, atendiendo sus requerimientos y mediante terapia. www.ayuda-t.org.ec/index.php?option=com_instituciones&id=23&view=institucion&Itemid=55
Entrevista Marie France Merlyn Decana de Psicología de la Universidad Católica
‘Esta sociedad tiende a polarizar’
¿Para aprehender el mundo debemos discriminar?
Todos nacemos con una predisposición al aprendizaje, sin embargo el aprendizaje es algo eminentemente social y se da dentro de un contexto cultural; la cultura es transmitida por la familia. Y la familia es la que introduce al niño en el aprendizaje discriminativo de todo: los objetos del mundo, los valores, las estructuras sociales.
¿Es decir que nos enseñan a discriminar?
Definitivamente. Porque dependiendo del contexto donde uno nace la realidad es diferente; los esquimales tienen muchas palabras para diferenciar los tipos de blancos y nosotros solo una. Esto pasa también a niveles más complejos, con el aprendizaje de conceptos, de emociones, de valores.
¿Etiquetar es lo mismo que discriminar?
La etiqueta es la noción que uno le pone encima a un objeto, para simbolizarlo. En el momento en que comenzamos a etiquetar las cosas podemos diferenciar.
¿Cuál sería el diagnóstico de la salud mental de una sociedad tan discriminatoria (racista, clasista) como la ecuatoriana?
Nuestra sociedad plantea mucho la diferenciación de los roles y funciones de género y si habría que diagnosticarla diría que es una sociedad cerrada hacia las diferencias que no son diferencias en realidad y que sobreenfatiza algunas diferencias que sí son reales. No creo que sea una sociedad enferma sino una que está demasiado sesgada a ver polaridades, a no ver los diferentes tonos según las circunstancias.
¿Es decir que le hace falta matizar, abrirse?
Por ejemplo al rato de interpretar conductas se lo hace desde ángulos muy cerrados. Esta es una perspectiva muy básica, como la de un niño, que es radical y ve todo en blanco o negro. Por eso cataloga muy rápidamente las cosas y las consecuencias de esta conducta son igualmente radicales . Así cunado cuando se cree que algo es malo se busca sancionar.
¿Y si viera los matices cómo sería?
Podría ver lo positivo y lo negativo por igual y no habría sanciones radicales. A nivel del juzgamiento dentro de la pareja, por ejemplo: hombres que juzgan el comportamiento femenino o mujeres que juzgan la conducta masculina desde posiciones muy polarizadas y eso hace que las reacciones sean muy pasionales.
El dato 3,6 millonesde mujeres son madres, de ellas el 44,7% están casadas, el 8,4% separadas, el 3,2% divorciadas, el 8% viudas, el 9,3% solteras.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/pais/historias-mujeres-irreverentes-dejan-huella_0_659334269.html.
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